Según Verdú, el texto debe de ser agradable, centrándose más en la forma que en un significado evasivo propio del género porque el texto se tiene que paladear y no tanto la historia que sólo sirve de marco o pretexto para generar expresiones lingüísticas. Si alguien leyó alguna vez a José Luis Alvite, sabrá que lo importante es cómo dice las cosas no lo que cuenta o si alguien ve la serie norteamericana House, sería un poco más de lo mismo ya que se sabe que va a terminar bien… pero no se sabe el proceso.
El consumidor de novelas contemporáneo, al ser tan listillo y seguramente con gafas de pasta, odiará las plantillas por su previsibilidad así que, tanto los libros de caballerías como las películas de Disney estarán fuera de su catálogo de ocio. Por ello el hilo argumental debe de ser variado, porque ya sabe qué va a ocurrir porque ya lo vio en otras películas de festivales alternativos o porque lo leyó en algún autor Checo de los años cuarenta.
Otro de los factores que se elimina es la avidez por llegar al final de la historia y conocer el desenlace imprevisible, o previsiblemente deseable… sin embargo en una novela hipertextual (válgale el término a los puristas) el final es una vulgaridad, es como la muerte celular en sí: una ordinariez porque todo el mundo lo hace.
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1 comentario:
He leído a José Luis Alvite. Y es cierto que cuidaba la forma como ningún articulista que haya conocido. Sin embargo, no nos podemos olvidar del contenido porque es la miga. Yo podré contar las cosas de forma exquisita que si no tengo el barro para moldear no le daré forma. Está claro que no es lo mismo contar una cosa de una forma u otra. Eso es cierto.
En cierta forma, la forma de escribir de Alvite se puede trasladar a lo que es el hipertexto: el final es lo de menos. Lo importante es como se cuenta? Yo creo que ni eso. También tendríamos que tener en cuenta la interactividad del lector que se convierte en autor, la posibilidad de elegir...
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