domingo, 13 de abril de 2008

“El jardín de los senderos que se bifurcan” o el manifiesto de la hipernarración

Yu Tsun, espía y protagonista de la historia, debe transmitir el nombre de una ciudad a los oficiales alemanes. Acosado por el implacable capitán Richard Madden, decide comunicar su mensaje matando al sabio sinólogo Stephen Albert, porque su apellido es igual al nombre de la ciudad que los alemanes tienen que atacar. Así, cuando los diarios británicos publicasen la noticia del asesinato de Albert en manos de un desconocido, los alemanes recibirían el mensaje. Yu Tsun encuentra la dirección de la casa de Albert en la guía telefónica y, una vez allí, por obra de una fortuita coincidencia borgeana, Albert reconoce a Yu Tsun como el bisnieto de Ts'ui Pên, un astrólogo chino que ha escrito un libro extraordinario: El Jardín de Senderos que se Bifurcan. Ts'ui Pên se había propuesto dos tareas inconcebibles: construir un laberinto infinitamente complejo y escribir una novela interminable. Después de su muerte se pensó que había fracasado por cuanto la existencia del laberinto no estaba clara y la novela no sólo estaba incompleta sino que resultaba absurda e incoherente (por ejemplo, algunos personajes morían y reaparecían en capítulos posteriores) (http://es.wikipedia.org/wiki/El_jard%C3%ADn_de_senderos_que_se_bifurcan ).
El texto en este caso para este trabajo se ve como un Pretexto porque dentro de este relato se extraen términos e ideas cruciales para la noción de narrativa hipertextual.
Comencemos por el concepto de laberinto. El ancestro del protagonista del relato se retiró durante trece años a diseñar un laberinto. Posteriormente vemos que el concepto de novela y laberinto confluyen. El relato hipertextual puede convertirse en laberíntico porque si no te das cuenta, te despistas en lo bonito del transcurrir de la historia y no sabes cómo comenzó todo y tampoco hacia donde quieres ir, porque si te metiste en un laberinto, lo bonito es llegar al centro, pero lo interesante es saber que puedes salir (que queramos salir o no, es otro tema). Una vez que nos encontramos en un laberinto nos acucia una ansiedad de no saber donde estamos, de estar en un sitio sin principio ni final y así nos lleva al concepto de infinito, crucial en la hipertextualidad. Con esto, vemos el cambio de concepción de una lectura lineal a una lectura hipertextual, una posible pérdida mental del lector. Borges en este cuento alude a lo caótico de la novela de Ts'ui Pên, una sucesión de manuscritos desordenados lo que para un lector convencional es una locura cuya reacción puede ser la misma que una hormiga cuando se le tapa la entrada al hormiguero, de desconcierto porque gregariamente sabemos cómo leer un texto, pero un relato puede ser un texto... o no.
El azar juega un papel fundamental en cualquier narración hipertextual y Borges por la boca de Albert explica la capacidad de elección es la que puede marcar el decurrir de una historia como en un laberinto todo en conjugación con el azar. La elección o el azar provoca mundos paralelos, realidades alternativas como la serie de comics de Marvel “What if” donde nos muestra un mundo en el “qué pasaría si...” o en últimos temas televisivos “¿Qué pasaría si el bando republicano hubiera ganado la guerra?”.
Borges otra vez por boca de Albert, propone las bases para la narrativa hipertextual ( http://www.literatura.us/borges/jardin.html en Antes de exhumar esta carta [...] leeremos unas páginas) y dice que un libro (no un relato) puede ser infinito, circular, interactivo y con poder de cambiar lo siguiente y de hecho el poder elegir en un relato poblado de elementos agradables no deja de ser un Jardín donde los senderos se bifurcan.

2 comentarios:

oscarhipertext dijo...

Un laberinto temporal donde vas caminando y te puedes encontrar en mundos diferentes, para delante o hacia atrás... donde la historia no tiene sentido en si, sino que es la mezcla de muchas historias que se bifurcan. Sin embargo, la novela de Borges si tiene un inicio secuencial, aunque después se convierta en un caos. Es el inicio del hipertexto a través de una novela de los años 40 del siglo pasado? Seguro que si. Y tenemos que pensar que entonces no había Internet que te permitía ser autor además de ser lector. Aunque si hay otras características como que la historia es interminable, circular, donde las historias se mezclan y tú, como lector, descubres un caos en el camino de la lectura que te vuelve tarumba.
El azar también es una característica que no se ha tenido en cuenta y que también puede ser propia de un hipertexto. Porque nosostros sabemos cuando escribimos un comentario, como este que estoy escribiendo ahora. Pero no sabemos cuando lo hacen otros. Y podemos perder una información importantísima para la redacción de nuestra colaboración.
Creo que es algo a tener en cuenta.

JRV dijo...

Verdaderamente Borges describe un relato hipertextual, pues, verdaderamente, en una novela de tales características, daría igual el orden de lectura. Si el sentido se pierde y es laxo, flexible, entonces da igual el punto de ataque al texto.