La película “Atrapado en el tiempo” (Harold Ramis, 1992) trata sobre lo que ocurre en un pequeño pueblo de Pennsylvania donde un periodista gruñón y antipático se ve condenado a revivir, una y otra vez, el mismo día. Todo se repite, excepto su percepción de que, lo que le sucede en cada momento, ya lo ha vivido.
La historia en sí sólo ocupa 17 minutos (tiempo físico en el soporte de visionado) que son los que Phil Connors tarda en levantarse en un motel con una canción de Cher, hacer la presentación del Día de la marmota, su retransmisión, la recogida del instrumental para volver a su ciudad natal y su frustrada marcha por culpa de una tormenta de nieve. Entonces se establece la correlación que 17 minutos es 1 día en el tiempo de la historia de nuestro protagonista. Cada vez que se levanta, vuelve a repetirse el día como si estuviera atrapado en un círculo (la idea de algo cíclico, de un círculo está relacionado con la narrativa hipertextual o incluso la Cinta de Möbius que explicaba Javier en su blog
http://javier-ramos.blogspot.com/). No se dice explícitamente las veces que Connors repite su día pero por parte del espectador son muchísimas porque aprende a esculpir en hielo, a tocar el piano, a conocer todos y cada uno de los ciudadanos del pueblo en el que está atrapado y sus movimientos.
La historia tiene un avance en el relato que se compone a partir de pequeños retrocesos porque siempre se vuelve al inicio del día, que planteado de otra manera, nos recuerda a un videojuego donde puedes volver hacia atrás, hacia esa partida guardada una vez que te matan en una de tus innumerables vidas hasta que consigues tu objetivo y avanzas en la historia.
Obviamente el espectador de esta película no tiene ningún poder de elección en la historia ni en el destino del personaje, no hay interactividad, pero el personaje sí que se encuentra en esa disyunción de poder elegir en una aparente linealidad y lo utiliza, a veces incluso elige morir, tema que le interesa profundamente al morboso espectador “¿si estuviéramos atrapados en el tiempo nosotros mismos escogeríamos esa opción alguna vez, sin la garantía de que fuésemos a resucitar por mucho que nos apoye una teoría?”
Desde el punto de vista de la narración hipertextual, el protagonista interactúa con todos los personajes miembros de ese microcosmos e incluso se podría hacer un spin off de cada uno de ellos, así cada miembro de esa comunidad sería un hipervínculo a otra historia, seguramente menos divertida que la de nuestro protagonista principal.